“Los niños ya no son los mismos”, lo ha escuchado, o
quizá lo ha dicho, pues es una realidad, la imagen de los niños “obedientes”, respetuosos
de sus padres, aquellos que ni siquiera escuchaban las pláticas de sus padres,
mandables, parece han ido extinguiendo con el paso de los años.
Ahora medios de comunicación, nos hablan de bullying, acoso escolar,
hostigamiento, abandono escolar, en fin, casos que han llegado a la muerte, es
una realidad, cada vez más los niños muestran más comportamientos de
agresividad que benevolencia al prójimo.
Como estudiantes te preescolar, lo vemos, lo sentimos,
pocas veces la sociedad se da cuenta las cosas vividas dentro de los salones de
clases, ver a maestra desesperadas o resignadas por los comportamientos de los
niños, ya no se desgastan buscando qué hacer, ahora sólo se trabaja con dichos
comportamientos.
Ojala pudiéramos escuchar la experiencias de miles de
maestras que han sufrido violencia por parte de sus alumnos, mordidas, patadas,
agredidas, y la lista podría seguir, los niños se sientas con poder frente a
los maestros, aunque no generalizamos vemos que es mayoría.
Una de las cosas que nos llevó a buscar sobre la
agresividad infantil, fue encontrarnos en situaciones dónde se nos cerraban las
opciones con algunos alumnos, sentir la impotencia de no poder hacer nada, al
estar escribiendo no podemos evitar pensar en tantos pequeños victimas de agresión,
como aquellos asumiendo un rol de agresor con sus compañeros, en busca de
actualizarnos y tener más opciones de para ayudar en el manejo de
comportamientos disruptivos nos llevó a buscar diferentes puntos de vista del
tema.
Aunque creemos que es importante conocer de tema, sabes
lo imposible de erradicarla, así como los niños son diferentes, también los
padres, los maestros no podemos solos con estos comportamientos, lo mejor sería
un trabajo en equipo, lamentablemente, la ausencia de los padres es notoria en
los salones de clases, habiendo alumnos de los cuales, no conocemos a los
padres inclusive a medio ciclo escolar, ¿Cómo trabajar así?, con salones con
exceso de alumnos, sin apoyo de padres de familia y con la responsabilidad
social de ver al maestro como responsable de la educación de los ojos, ¡vaya
tarea!
Como maestras debemos
conocer estos cambios habidos en los niños y aunque tal vez no podamos
frenarlo, sí contribuir, persistiendo y trabajando con aquellos padres
comprometidos interesados en la educación de sus hijos
.
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